Hay una colección de canciones de Serrat que han permanecido ignoradas del gran público y de los medios de comunicación. Podíamos llamarlas «las otras canciones de Serrat» o incluso «las canciones clandestinas».
    Han sido temas que Joan Manuel ha cantado esporádicamente en sus recitales en directo y que rara vez registró en disco. La mayoría lo fueron en sus actuaciones en tierras latinoamericanas durante su exilio en los años 1975 y 1976. Habida cuenta que se conoce el hecho que durante todo el tiempo que a Joan Manuel le fue prohibida la entrada en España, no fue capaz de componer ninguna canción, es del todo lógico que se sirviera de temas de otros intérpretes para reflejar así un toque mayor de compromiso con sus ideas y de beligerancia contra el régimen de Franco. Basta repasar la lista de las canciones y de sus autores para darnos cuenta con que nos hallamos con el Serrat más revolucionario e inconformista.
    Mi lista no es muy extensa, pero aquí reflejo las más representativas. Comienzo por las versiones no censuradas de los temas «Fiesta» y «Muchacha típica», que por el año 1970 no pudieron pasar el filtro de las tijeras y fueron grabadas con diferentes matices en algunos de sus versos. Por fortuna, en Latinoamérica pudo grabarlas «en versión original». Destaco en color rojo los párrafos suprimidos por la censura. En el caso de "Fiesta", (una habitual en sus conciertos), Serrat la canta en versión completa desde 1976.
    Mi agradecimiento a María Rosa y Noemí, las mayores «serratianas» de Argentina, por su gentileza al mandarme la letra y los comentarios al tema de «La Montonera», el menos oído de todos.

  • Fiesta

    Letra y Música de J.M. Serrat
    Gloria a Dios en las alturas, recogieron las basuras de mi calle, ayer a oscuras y hoy sembrada de bombillas. Y colgaron de un cordel de esquina a esquina un cartel y banderas de papel lilas, rojas y amarillas. Y al darles el sol la espalda revolotean las faldas bajo un manto de guirnaldas para que el cielo no vea, en la noche de San Juan, cómo comparten su pan, su mujer y su galán, gentes de cien mil raleas. Apurad que allí os espero si queréis venir pues cae la noche y ya se van nuestras miserias a dormir. Vamos subiendo la cuesta que arriba mi calle se vistió de fiesta. Hoy el noble y el villano, el prohombre y el gusano bailan y se dan la mano sin importarles la facha. Juntos los encuentra el sol a la sombra de un farol empapados en alcohol magreando a una muchacha. Y con la resaca a cuestas vuelve el pobre a su pobreza, vuelve el rico a su riqueza y el señor cura a sus misas. Se despertó el bien y el mal la zorra pobre al portal la zorra rica al rosal y el avaro a las divisas. Se acabó, que el sol nos dice que llegó el final. Por una noche se olvidó que cada uno es cada cual. Vamos bajando la cuesta que arriba en mi calle se acabó la fiesta.



    Muchacha típica

    Letra y Música de J.M. Serrat
    Es esa muchacha típica cuya familia es la típica familia «bien» del país. Anda esa muchacha típica los domingos en la hípica y a las dos en «JOSÉ LUIS». La educó una «nurse» vesánica típicamente británica, un aya y un preceptor, que le habló de nuestros próceres, y un primo suyo de Cáceres que le desveló el amor. Como su madre, es autárquica, como su padre, es monárquica, y cada catorce de abril se le resbalan dos lágrimas, vueltos los ojos y el ánima a las costas de Estoril. Para la muchacha es básico ese veraneo clásico en una aldea de mar, típicamente cantábrica, alejada de esas fábricas que no dejan respirar. Es su deporte congénito la pesca del primogénito sin saberlo Samaranch. Pero entre vómico y vómico le encanta andar con un cómico y llevarlo al palomar. Son modas aristocráticas en cierto modo simpáticas que ejerce hasta la vejez. Mas te sientes en su tálamo como a la sombra de un álamo un verano en Aranjuez. Es esa muchacha típica cuya familia es la típica familia «bien» del país. Anda esa muchacha típica los domingos en la hípica y a las dos en «JOSÉ LUIS».


    La vida no vale nada

    Letra y Música de Pablo Milanés
    La vida no vale nada si no es para perecer porque otros puedan tener lo que uno disfruta y ama. La vida no vale nada si yo me quedo sentado después que he visto y soñado que en todas partes me llaman. La vida no vale nada cuando otros se están matando y yo sigo aquí cantando cual si no pasara nada. La vida no vale nada si escucho un grito mortal y no es capaz de tocar mi corazón que se apaga. La vida no vale nada si ignoro que el asesino cogió por otro camino y prepara otra celada. La vida no vale nada si se sorprende a mi hermano cuando supe de antemano lo que se le preparaba. La vida no vale nada si cuatro caen por minuto y al final por el abuso se decide la jornada. La vida no vale nada si tengo que posponer otro minuto de ser y morirme en una cama. La vida no vale nada si, en fin, lo que me rodea no puedo cambiar cual fuera lo que tengo y que me ampara. Y por eso, para mí, la vida no vale nada.


    La poesía es un arma cargada de futuro

    Letra de Gabriel Celaya - Música de Paco Ibáñez
    Cuando ya nada se espera personalmente exaltante, más se palpita y se sigue más acá de la conciencia, fieramente existiendo, ciegamente afirmando, como un pulso que golpea las tinieblas, que golpea las tinieblas. Cuando se miran de frente los vertiginosos ojos claros de la muerte, se dicen las verdades; las bárbaras, terribles, amorosas crueldades, amorosas crueldades. Poesía para el pobre, poesía necesaria como el pan de cada día, como el aire que exigimos trece veces por minuto, para ser y en tanto somos, dar un sí que glorifica. Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan decir que somos quien somos, nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno. Estamos tocando el fondo, estamos tocando el fondo. Maldigo la poesía concebida como un lujo, cultural por los neutrales, que lavándose las manos se desentienden y evaden. Maldigo la poesía de quien no toma partido, partido hasta mancharse. Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren. Y canto respirando. Canto y canto y cantando más allá de mis penas, de mis penas personales, me ensancho, me ensancho. Quiero daros vida, provocar nuevos actos, y calculo por eso, con técnica, que puedo. Me siento un ingeniero del verso y un obrero que trabaja con otros a España, a España en sus aceros. No es una poesía gota a gota pensada. No es un bello producto. No es un fruto perfecto. Es lo más necesario: lo que no tiene nombre. Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos. Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan decir que somos quien somos, nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno. Estamos tocando el fondo, estamos tocando el fondo.


    Mazúrquica modérnica

    Letra y Música de Violeta Parra
    Me han preguntádico varias persónicas si peligrósicas para las másicas son las canciónicas agitadóricas. ¡Ay que pregúntica más infantílica! Sólo un piñúflico la formulárica, pa' mis adéntricos yo comentárica. Le he contestádico yo al preguntónico: cuando la guática pide comídica, pone al cristiánico firme y guerrérico por sus poróticos y sus cebóllicas; no hay regimiéntico que los deténguica si tienen hámbrica los populáricos. Preguntadónicos partidirísticos disimuládicos y muy malúdicos son peligrósicos más que los vérsicos, más que las huélguicas y los desfílicos: bajito cuérdica firman papélicos, lavan sus mánicos como Piláticos. Caballeríticos almidonádicos, almidonádicos mini ni ni ni le echan carbónico al inocéntico y arrellenádicos en los sillónicos cuentan los muérticos de los encuéntricos como frivólicos y bataclánicos. Varias matáncicas tiene la histórica en sus pagínicas bien imprentádicas: para montárlicas no hicieron fáltica las refalósicas revoluciónicas. El juraméntico jamás cumplídico es el causántico del desconténtico: Ni los obréricos ni los pacíficos tienen la cúlpita, señor fiscálico. Lo que yo cántico es una respuéstica a una pregúntica de unos graciósicos, y más no cántico porque no quiérico: tengo perézica en el zapático, en los cabéllicos, en la camísica, en los riñónicos y en el bolsíllico.


    Volver a los diecisiete

    Letra y Música de Violeta Parra
    Volver a los diecisiete después de vivir un siglo es como descifrar signos sin ser sabio competente. Volver a ser de repente tan frágil como un segundo. Volver a sentir profundo como un niño frente a Dios. Eso es lo que siento yo en este instante fecundo. Se va enredando, enredando, como en el muro la hiedra. Y va brotando, brotando, como el musguito en la piedra. Como el musguito en la piedra, sí, sí, sí. Mi paso ha retrocedido cuando el de ustedes avanza, el arco de las alianzas la pena trae a mi nido con todo su colorido se ha paseado por mis venas y hasta las duras cadenas con que nos ata el destino es como un diamante fino que alumbra mi alma serena. Se va enredando, enredando, como en el muro la hiedra. Y va brotando, brotando, como el musguito en la piedra. Como el musguito en la piedra, sí, sí, sí. Lo que puede el sentimiento no lo ha podido el saber, ni el más claro proceder ni el más ancho pensamiento; todo lo cambia el momento cual mago condescendiente nos aleja dulcemente de rencores y violencias. Sólo el amor con su ciencia nos vuelve tan inocentes. Se va enredando, enredando, como en el muro la hiedra. Y va brotando, brotando, como el musguito en la piedra. Como el musguito en la piedra, sí, sí, sí. El amor es torbellino de pureza original. Hasta el feroz animal susurra su dulce trino, detiene a los peregrinos, libera a los prisioneros, el amor con sus esmeros al viejo lo vuelve niño y al malo sólo el cariño lo vuelve puro y sincero. Se va enredando, enredando, como en el muro la hiedra. Y va brotando, brotando, como el musguito en la piedra. Como el musguito en la piedra, sí, sí, sí. De par en par la ventana se abrió como por encanto, entró el amor con su manto como una tibia mañana; al son de su bella diana hizo brotar el jazmín volando cual serafín, al cielo le puso aretes y mis años en diecisiete los convirtió en querubín. Se va enredando, enredando, como en el muro la hiedra. Y va brotando, brotando, como el musguito en la piedra. Como el musguito en la piedra, sí, sí, sí.


    La Montonera

    Letra y Música de J.M. Serrat
    Con esas manos de quererte tanto pintaba en las paredes «Luche y Vuelve» manchando de esperanzas y de cantos las veredas de aquel 69... Con esas manos de enjugar sudores, con esas manos de parir ternura, con esas manos, que volvieron la fe en la nueva primavera, bordaba la esperanza montonera. Con esas manos que pintaban la historia de celeste y blanco, con esas manos de quererte tanto... Cómo quiere usted que no ande de acá pa' allá cargando la primavera, cayéndose y volviéndose a levantar la montonera. Qué buen vasallo sería si buen señor tuviera. Y cómo quiere usted que no ande de acá pa' allá luchando la primavera, cayéndose y volviéndose a levantar la montonera. Qué buen vasallo sería si buen señor tuviera. (Gracias a María Rosa por el envío de la letra)


    COMENTARIO AL TEMA DE LA MONTONERA (Transcripción de un artículo aparecido en La Maga gracias a Noemí Gilda por su envío)    Durante muchos años, Joan Manuel Serrat creyó que Alicia, una amiga suya, había sido asesinada por las bandas de la Triple A. Él la había conocido en el 69, cuando sus primeros pasos por estas tierras.    Inspirado en ella escribió una canción: «La montonera». «Era una muchacha llena de sueños e ideales, como casi todos los muchachos de su generación«, recordaba hacia el 93. Alicia andaba furtiva las noches de la resistencia setentista, antes de la llegada de Perón, pintando «Luche y vuelve» en las paredes de Buenos Aires; el catalán la veía de regreso, con el riesgo superado, el miedo vencido y las manos llenas de pintura. Y la canción le fue necesaria.    Para Serrat, esa canción dejó una seña: estar al lado de los golpeados y de los torturados, y hacerles compañía a los que les esperaban en casa. En esos años conoció a militantes de Montoneros y de ERP, y aportó fondos a pedido de familiares de presos políticos, "más allá del cartelito que llevaran colgado". Otra seña de la canción son los versos finales («Qué buen vasallo sería /si buen señor tuviera») que Serrat tomó de El cantar del Mío Cid.    Si el señor al que se refería era el General, La montonera tuvo un costado premonitorio a lo ocurrido con Perón en el gobierno, cuando desde el balcón de la Casa Rosada les gritó «¡Estúpidos, imberbes!» a la otrora "juventud maravillosa", aquel 1º de mayo de 1974.    Desde 1972, cuando llegó Perón y Rucci le recibió en Ezeiza con el paraguas, «yo nunca me creí que Perón fuera eso que soñaban los jóvenes», recuerda el catalán. No hace mucho que Serrat se enteró de que Alicia sobrevivió a la Triple A y a la dictadura. La canción no tuvo grabación comercial, pero es cierto que existen algunas versiones grabadas clandestinamente, incluso en discos.    Él no ha manifestado intención de editarla ahora. Pero piensa que si la gente la recreó porque no había un registro, eso es lo mejor que le pudo haber pasado a La montonera.



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