Machado
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    DEDICADO A ANTONIO MACHADO, POETA

  1. CANTARES
  2. RETRATO
  3. GUITARRA DEL MESÓN
  4. LAS MOSCAS
  5. LLANTO Y COPLAS
  6. LA SAETA
  7. DEL PASADO EFÍMERO
  8. ESPAÑOLITO
  9. A UN OLMO SECO
  10. HE ANDADO MUCHOS
    CAMINOS
  11. EN COULLIURE
  12. PARÁBOLA
3'25"
3'30"
1'55"
2'20"
2'40"
2'20"
4'55"
1'40"
2'45"
2'30"

3'00"
2'15"

©1969
Poemas de Antonio Machado, excepto los temas
1º (A. Machado y J.M. Serrat) y 11º (letra de J.M. Serrat)
Arreglos y Dirección Musical: Ricard Miralles
 

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Cantares

Textos de Antonio Machado y J.M. Serrat - Música de J.M. Serrat

Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre la mar.

Nunca perseguí la gloria,
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles,
como pompas de jabón.

Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse...
Nunca perseguí la gloria.

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.

Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.

Caminante no hay camino
sino estelas en la mar...

Hace algún tiempo en ese lugar
donde hoy los bosques se visten de espinos
se oyó la voz de un poeta gritar:
«Caminante no hay camino,
se hace camino al andar...»

golpe a golpe, verso a verso...

Murió el poeta lejos del hogar.
Le cubre el polvo de un país vecino.
Al alejarse le vieron llorar.
«Caminante no hay camino,
se hace camino al andar...»

golpe a golpe, verso a verso...

Cuando el jilguero no puede cantar,
cuando el poeta es un peregrino,
cuando de nada nos sirve rezar.
«Caminante no hay camino,
se hace camino al andar...»

golpe a golpe, verso a verso.


 
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Retrato

Poema de Antonio Machado - Música de J.M. Serrat

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos de recordar no quiero.

Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
-ya conocéis mi torpe aliño indumentario-,
más recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.

Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y más que un hombre al uso que sabe su doctrina
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.

Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.

Converso con el hombre que siempre va conmigo
-quien habla solo espera hablar a Dios un día-
mi soliloquio es plática con este buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.

Y al cabo, nada os debo; me debéis cuanto escribo
a mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.

Y cuando llegue el día del último viaje,
y está al partir la nave que nunca ha de tornar
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.


 
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Guitarra del Mesón

Poema de Antonio Machado - Música de J.M. Serrat

Guitarra del Mesón que hoy suenas jota,
mañana petenera,
según quién llega y tañe,
las empolvadas cuerdas.

Guitarra del Mesón de los caminos
no fuiste nunca ni serás poeta.

Tú eres alma que dice su armonía
solitaria a las almas pasajeras...
y siempre que te escucha el caminante
sueña escuchar un aire de su tierra.

Guitarra del Mesón que hoy suenas jota,
mañana petenera,
según quién llega y tañe,
las empolvadas cuerdas.

Guitarra del Mesón de los caminos
no fuiste nunca ni serás poeta.


 
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Las moscas

Poema de Antonio Machado - Música de Alberto Cortez

Vosotras las familiares,
inevitables, golosas,
vosotras moscas vulgares
me evocáis todas las cosas.

¡Oh viejas moscas voraces
como abejas en abril,
viejas moscas pertinaces
sobre mi calva infantil!

Moscas de todas las horas,
de infancia y adolescencia,
de mi juventud dorada,
de esta segunda inocencia
quedando creer en nada,
en nada.

Moscas del primer hastío
en el salón familiar,
las claras noches de estío
en que yo empecé a soñar.

Y en la aborrecida escuela
raudas moscas divertidas,
perseguidas, perseguidas,
por amor de lo que vuela.

Yo sé que os habéis posado
sobre el juguete encantado,
sobre el librote cerrado,
sobre la carta de amor,
sobre los párpados yertos
de los muertos.

Inevitables golosas,
que ni labráis como abejas
ni brilláis cual mariposas,
pequeñitas, revoltosas,
vosotras amigas viejas,
me evocáis todas las cosas.


 
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Llanto y coplas

Poema de Antonio Machado - Música de J.M. Serrat

Al fin, una pulmonía
mató a Don Guido, y están
las campanas todo el día
doblando por él: ¡din, dan!
murió don Guido, un señor
de mozo muy jaranero,
muy galán y algo torero;
de viejo gran rezador.

Dicen que tuvo un serrallo
este señor de Sevilla;
que era diestro
en manejar el caballo,
y un maestro
en refrescar manzanilla.

Cuando mermó su riqueza
era su monomanía
pensar que pensar debía
en asentar la cabeza
y asentóla
de una manera española,
que fue a casarse con una
doncella de gran fortuna.

Y repintar sus blasones
hablar de las tradiciones
de su casa,
a escándalos y amoríos
poner tasa,
sordina a sus desvaríos.

Gran pagano
se hizo hermano
de una santa cofradía;
el Jueves Santo salía,
llevando un cirio en la mano
-¡aquel trueno!-
vestido de nazareno.

Hoy nos dice la campana
que han de llevarse mañana
al buen Don Guido muy serio
camino del cementerio.
¿Tu amor a los alamares
y a las sedas y a los oros
y a la sangre de los toros
y al humo de los altares?

¡Oh fin de una aristocracia!
La barba canosa y lacia
sobre el pecho;
metido en tosco sayal
las yertas manos en cruz,
¡tan formal!
el caballero andaluz.


 
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La saeta

Poema de Antonio Machado - Música de J.M. Serrat

Dijo una voz popular:
¿Quién me presta una escalera
para subir al madero
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazareno?

Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar.

Cantar del pueblo andaluz
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz.

Cantar de la tierra mía
que echa flores
al Jesús de la agonía
y es la fe de mis mayores.

¡Oh, no eres tú mi cantar
no puedo cantar, ni quiero
a este Jesús del madero
sino al que anduvo en la mar!


 
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Del pasado efímero

Textos de Antonio Machado - Música de J.M. Serrat

Este hombre del casino provinciano
que vio a Carancha recibir un día,
tiene mustia la piel, el pelo cano,
ojos velados por melancolía,

bajo el bigote gris, labios de hastío,
y una triste expresión que no es tristeza,
sino algo más y menos: el vacío
del mundo en la oquedad de su cabeza.

Aún luce de corinto terciopelo
chaqueta y pantalón abotinado,
y un cordobés color de caramelo
pulido y torneado.

Tres veces heredó y tres ha perdido
al monte su caudal; dos ha enviudado.
Sólo se anima ante el azar prohibido
sobre el verde tapete reclinado,

o al evocar la tarde de un torero,
la suerte de un tahúr o si alguien cuenta
la hazaña de un gallardo bandolero,
o la proeza de un matón, sangrienta.

Bosteza de políticas banales
dicterios al gobierno reaccionario
y augura que vendrán los liberales
cual torna la cigüeña al campanario.

Un poco labrador, del cielo aguarda
y al cielo teme; alguna vez suspira
pensando en su olivar, al cielo mira
con ojo inquieto si la lluvia tarda.

Lo demás, taciturno, hipocondríaco,
prisionero en la Arcadia del presente,
le aburre; sólo el humo del tabaco
simula algunas sombras en su frente.

Este hombre no es de ayer, ni es de mañana
sino de nunca; de la cepa hispana.
No es el fruto maduro, ni podrido,
es una fruta vana
de aquella España que pasó y no ha sido
esa que hoy tiene la cabeza cana...


 
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Españolito

Poema de Antonio Machado - Música de J.M. Serrat

Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza.

Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza.

Entre una España que muere
y otra España que bosteza.

Españolito que vienes
al mundo te guarde Dios.

Españolito que vienes
al mundo te guarde Dios.

Una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.

Españolito que vienes
al mundo te guarde Dios.


 
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A un olmo seco

Poema de Antonio Machado - Música de J.M. Serrat

Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo,
algunas hojas verdes le han salido.

El olmo centenario en la colina...
Un musgo amarillento
le lame la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.

Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas de alguna mísera caseta.

Antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.

Mi corazón espera
también hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.


 
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He andado muchos caminos

Poema de Antonio Machado - Música de J.M. Serrat


He andado muchos caminos
he abierto muchas veredas;
he navegado en cien mares
y atracado en cien riberas.

En todas partes he visto
caravanas de tristeza,
soberbios y melancólicos
borrachos de sombra negra.

Y pedantones al paño
que miran, callan y piensan
que saben, porque no beben
el vino de las tabernas.

Mala gente que camina
y va apestando la tierra...

Y en todas partes he visto
gentes que danzan o juegan,
cuando pueden, y laboran
sus cuatro palmos de tierra.

Nunca, si llegan a un sitio
preguntan a donde llegan.
Cuando caminan, cabalgan
a lomos de mula vieja.

Y no conocen la prisa
ni aún en los días de fiesta.
Donde hay vino, beben vino,
donde no hay vino, agua fresca.

Son buenas gentes que viven,
laboran, pasan y sueñan,
y en un día como tantos,
descansan bajo la tierra.


 
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En Coulliure

Letra y Música de J.M. Serrat

Soplaban vientos del sur
y el hombre emprendió viaje.
Su orgullo, un poco de fe
y un regusto amargo fue
su equipaje.

Miró hacia atrás y no vio
más que cadáveres sobre
unos campos sin color.
Su jardín sin una flor
y sus bosques sin un roble.

Y viejo,
y cansado,
a orillas del mar
bebióse sorbo a sorbo su pasado.

Profeta
ni mártir
quiso Antonio ser.
Y un poco de todo lo fue sin querer.

Una gruesa losa gris
vela el sueño del hermano.
La yerba crece a sus pies
y le da sombra un ciprés
en verano.

El jarrón que alguien llenó
de flores artificiales,
unos versos y un clavel
y unas ramas de laurel
son las prendas personales,

del viejo,
y cansado,
que a orillas del mar
bebióse sorbo a sorbo su pasado.

Profeta
ni mártir
quiso Antonio ser.
Y un poco de todo lo fue sin querer.


 
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Parábola

Poema de Antonio Machado - Música de J.M. Serrat

Érase de un marinero
que hizo un jardín junto al mar
y se metió a jardinero.

Estaba el jardín en flor
y el marinero se fue
por esos mares de Dios.

La España de charanga y pandereta
cerrado y sacristía
devota de Frascuelo y de María,
de espíritu burlón y de alma quieta
ha de tener su mármol y su día,
su infalible mañana y su poeta.

Érase de un marinero
que hizo un jardín junto al mar
y se metió a jardinero.

Estaba el jardín en flor
y el marinero se fue
por esos mares de Dios.


 

 


Letras de las canciones: Todas son poemas de Antonio Machado, a excepción de «En Coulliure» (letra de Joan Manuel Serrat)

Música de las canciones: Todas de Joan Manuel Serrat, a excepción de «Retrato» y «Las Moscas» (musicados por Alberto Cortez)

Arreglos y Dirección de orquesta: Ricard Miralles

Compañía Discográfica: Zafiro/Novola

Referencia del LP: NLX 1015 S - Dep. Legal M. 10.107/1969

Grabación: En los Estudios FONIT-CETRA, S.p.a. de Milán

Dirección Técnica: Plinio Chiesa, ingeniero de sonido

Texto de Joan Manuel Serrat para una edición mexicana del disco:
  «El 26 de enero de este año, 1994, volví a Coulliure una vez más. Regresé a este hermoso pueblo marinero de la Cataluña francesa hasta donde el destierro empujó a Antonio Machado... para encontrarse con la muerte.
  Paraje tan bello como solitario cuando el turismo hiberna en las ciudades de la lluvia, aguardando tiempos mejores. Volví con el encargo de colaborar en un documental para la televisión francesa, alegórico a la vida, destierro y muerte del poeta y recorrí de nuevo como un Vía Crucis, todos y cada uno de los lugares que marca el ritual: el puerto de pescadores, el soberbio e inútil castillo sobre el mar, el hotel Quintana y cómo no, el cementerio, lugar de peregrinación que mantiene viva la memoria del poeta, hasta el punto que recientemente el municipio ha instalado junto a la tumba un buzón que acoja la correspondencia que diariamente recibe Machado.
  Volví a Coulliure y volveré otra vez aunque solo sea para recordar y hacer recordar a los demás una terrible lección de la historia que no deberíamos de repetir, aunque el hombre, ya se sabe, es un animal tan torpe...»

 


 


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